jueves, 29 de enero de 2015

La Virgen María del Socorro del Puente, en Salamanca, Guanajuato.

    Muchas han sido las ocasiones que lectores de este blog me han preguntado sobre leyendas de Salamanca, y sobre los túneles que, se dice, construyeron los agustinos, llegando a la exageración de que uno de ellos pasa por debajo del río Lerma. Los temas de leyendas no son de mi agrado, pues, regularmente están asociadas a muertes y a espíritus en pena, eso lo oigo cada domingo en la Hora Nacional, en el que, inevitablemente comentan una leyenda en la que, invariablemente hay un aparecido, un llanto, un ser vestido de negro, un fraile o sacerdote y ruidos extraños. En cambio, cuando los relatos se sustentan en hechos reales, en costumbres del pasado, en evidencias físicas, esa posible leyenda da el brinco de ser un relato popular a un documento histórico. Creo que eso es precisamente lo que ocurre con algo que hay en Salamanca y que no se ha estudiado y difundido adecuadamente.

    Sabemos bien que las calles que llevan por nombre Hidalgo y Morelos, adquirieron esos nombres como consecuencia a las Fiestas del Centenario, en las que, por orden del Gobierno Federal, las principales calles de cada población debían recordar los nombres de los principales caudillos de la Independencia. En Salamanca no solo se hizo memoria a los dos héroes mencionados, también ocurrió con Mina, Guerrero, Aldama, Allende, Abasolo y varias más. Ya antes se había puesto el nombre de los héroes locales a las calles en donde se pensaba habían vivido, así surgieron las de Tomasa Esteves, Albino García y Andrés Delgado, cosa de dudar, pues, ni Albino ni Andrés vivieron en la villa, sino en sus respectivos ranchos. Como quiera, se les recuerda a todos ellos. Habrá que puntualizar que la Hidalgo-Morelos antes se llamaba Calle Real, por ser ese el paso del Camino Real y la de Abasolo llevaba por nombre la de Carreras o Carretas, por ser allí en donde, durante la feria anual, se corrían las carreras de caballos.

    Sabemos también de la abundancia que hubo de agua en todo el Bajío, especialmente en el valle de Santiago y en el valle de Salamanca, tanta era el agua que se formaba una laguna o ciénaga cada temporada de lluvias, se le conocía con el nombre de La Charca y llegaba a ser tan grande que el Camino Real en su tramo de Salamanca a Irapuato se anegaba, quedaba la alternativa del Camino Real con rumbo norte, el que seguía por la calle Cazadora y enfilaba rumbo a Temascatío y de allí a Guanajuato. El Camino Real al salir de Salamanca en dirección poniente cruzaba un arroyo, por lo que hubo la necesidad de construir un puente. Esa era una de las goteras, como entonces se le llamaba a los límites de las poblaciones. Y en ese puente ocurría de todo, tanto robos, como asaltos, como que era el sitio de recreo de los pobladores, y la venta de limas, cosa que abundó, hace ya tiempo, en las huertas de la localidad.

    Con todos estos antecedentes pasamos a la leyenda que, por estar bien sustentada, la podemos considerar como historia, una de las tantas que hay en Salamanca y que es indispensable rescatar, documentar y difundir. Antes de pasar a ella, será bueno saber que una de las tradiciones que los evangelizadores en México dejaron fue la añeja de las cruces de humilladero, usadas en la España medieval y adoptadas en el México virreinal, elemento que se incluye en el relato y que nos da detalles más precisos de las añejas tradiciones ya perdidas en todo el país. Y la historia dice que:

    "Corría el año de 1881 cuando la imagen fue regalada por el fraile agustino Marcelino Lozano. Depositada en un farolito labrado en cantera; la imagen estaba pintada en una lámina de cobre junto al Puente del Socorro, el lugar lo llamó la gente como "El Humilladero". El puente estaba construido de piedra y tepalcate, por abajo tenía dos túneles por los que corrían el arroyo de San Antonio que desembocaba en el río Lerma y por el otro túnel corría el arroyo de Temascatío, este lugar lo escogieron los agustinos porque ocurrían muchos asaltos en el puente por ser éste un lugar estratégico para asaltar la diligencia que salía de Salamanca hacia Irapuato, además de los transeúntes que continuamente lo utilizaban. Este era el paso normal del Camino Real y se dice que gracias a la imagen de la Virgen del Socorro disminuyeron en gran parte los delitos que allí se cometían. El más célebre bandido que merodeaba por la zona, junto a sus cómplices se apodaba "El Tuerto".

   "Alzando nubes de polvo y armando gran estrépito con sus cascabeles, el restallar del látigo y las roncas voces del mayoral y el mulero de la diligencia de Guanajuato anunciaba su llegada a la villa, moderaba su rápida carrera y poco después cruzaba el puente del Socorro donde se congregaba una turba de muchachos que le gritaban a los ocupantes de la diligencia pidiéndoles alguna moneda o una golosina, donde hoy es la calle de Morelos y enfrente de la Casa del Rastro, quedaba el Puente del Socorro. Junto al puente en ambos lados había varias huertas de limas así como jacales, la gente acostumbraba pasear por este rumbo en las tardes, compraba limas, mientras que los muchachos cortaban carrizos para jugar.

   "Conforme la ciudad fue creciendo al poniente quedó el arroyo de San Antonio en parte del centro de la ciudad con sus aguas cenagosas se estancaban con mucha facilidad, es por eso que tuvo que desviarse el curso llevándolo hasta donde se vaciaba en la Charca, con el tiempo, debido a ese desvío hacia el norte de la población, hubo la necesidad de construir otro puente, el Pinto, esto debido a que se hizo el tendido de vías para el Ferrocarril Central Mexicano. Fue entonces que se derribó el Puente del Socorro, manos piadosas retiraron la imagen del farolito quedando en custodia por los vecinos del lugar, es por eso que se mantuvo la veneración a la Virgen del Socorro del Puente pues era depositada en las pocas casas que había en la zona, de allí fue que se desprendió el mote de "La Peregrina".

   "La fiesta, en aquellos tiempos, empezaba con un recorrido de ocho días con banda, anunciando la llegada de la fiesta, el día 3 de agosto se ofrecía la cera escamada a la virgen, había carreras de caballos, de las llamadas pollos, mismas que se desarrollaba, manteniendo la añeja tradición, en la calle que hoy conocemos por Aldama, y, así con el tiempo, hubo alguien que se preocupó por hacer una capilla, fue hasta 1971 cuando don Jesús Sánchez, con la ayuda del barrio empezó a edificar la capilla que se terminó en 1976, fecha de su inauguración. Hasta 1995 se regía por Mayordomías, hoy en día es un comité el que se encarga de hacer los preparativos de la fiesta en su honor."

    Esta es la calle Morelos, al fondo, del lado izquierdo, que es el sur, está el Parque Xidóo, es allí en donde se localizaba, anteriormente, la Escuela Hidalgo, que antes de ser escuela fue la Casa del Rastro, y era por allí que se localizaba el Puente del Sorcorro.

   Ha pasado mucho tiempo y la tradición sigue, la tradición de festejar, el 3 de agosto, a la Virgen del Socorro del Puente, aquí, en Salamanca, Guanajuato.

   Para los años cuarta fue que se pavimentó este tramo, es decir, todo lo que fue el Camino Real, para dar paso a la Carretera Federal 45, la llamada Panamericana, los restos del puente, dicen por ahí, aparecieron cuando se hicieron trabajos en algunas de las casas de por el rumbo. Lo que veo aquí además de una bella historia es una gran coincidencia, pues, como bien lo sabemos, en la administración municipal actual 2012-2015, se está construyendo un nuevo puente, sobre el Río Lerma muy próximo a lo que fue el Puente del Socorro.

   Yo propongo que, para el rescate de la Historia de Salamanca, este puente que está en construcción se llame: Nuevo Puente del Socorro, eso aumentará aun más nuestra identidad. Y sería, en buena medida, un recuerdo a que en este año de 2015 estaremos conmemorando, el 26 de Mayo, el 400 Aniversario de la fundación del Templo y Convento de San Agustín, ese que le ha dado tanta fama a Salamanca.

Nota: Encontré en copias fotostáticas el relato que aquí transcribo, en el cual he hecho algunas correcciones en cuanto a la sintaxis para hacerlo más lógico y darle mejor sustento. En una copia no aparece nombre de ningún autor, en la otra, que en realidad es el mismo texto, salvo el agregado de algunos nombres de las personas del comité, aparece como autor la señora María Josefina Rojas de Barrera.

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