jueves, 15 de julio de 2010

Monumento de los 7 obeliscos a los salmantinos ilustres.

Hay un monumento que verás cuando nos vengas a visitar a Salamanca a maravillarte con sus tesoros, ese lo verás en la explanada frente a San Agustín, será bueno hacer algunas anotaciones, la primera es que este no es el atrio del Templo de San Agustín, aunque se dice que hace un par de siglos todo el frente, tanto la actual plaza como la cuadra de casas contiguas, eran parte de ese, digámosle así, gran atrio.


El monumento que ahora tenemos, el llamado “de los obeliscos” es una selección que se hizo, hace tiempo y no se por parte de quién, de recordar a los salmantinos más distinguidos que a lo largo de la historia hemos tenido.


Hoy día sería bueno hacer una revisión a fondo de quienes si y quienes no deberían realmente estar allí, eso será menester de mucho tiempo, lo sé, pero es bueno comencemos a recapacitar sobre quienes realmente merecen estar en tal selecto elenco. En lo personal creo que el tener allí a Bartolomé Sánchez Torrado no es correcto, pues un español que vino, como miles, en busca de fortuna y no más que eso y haber tenido la casualidad que el tiempo y la circunstancia le ofreció para solicitar la fundación de una villa no es mérito alguno para rendirle, en todo caso se le dieron más que las gracias, se le dieron muchos terrenos que él y su familia usufructuaron y tan no dejo huella que de él, fuera de las actas en donde se asienta su nombre en la lista de aquellos autorizados por la Casa de Contratación de Sevilla para venir “a hacer la América”.


Me gustaría mucho dar fe completa de en que libro y en que partida aparece, solo que, no tengo el documento, sin embargo cada vez que se consulta en los infinitos archivos de Internet, en los libros que no permiten ser consultados virtualmente, siempre aparece él, así pues, Bartolomé Sánchez Torrado si existió, pero tanto así como para seguirle manteniendo uno de los siete obeliscos creo, la verdad, no lo amerita.


¿Y quienes serían los candidatos? Pues bien, hace ya más de medio siglo, digamos que en la década de los ochenta del siglo XIX, hubo un AUTENTICAMENTE distinguido salmantino que nos legó un elenco de 20 personas que a su juicio eran los más distinguidos, si no todos nacidos en Salamanca, que hicieron algo realmente de provecho por Salamanca.


Insisto en algo, en algo que no contrapuntea en lo mínimo a lo dicho por don Miguel Hidalgo y Costilla en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 cuando, ya descubierta la conspiración dijo:


“Señores llegó la hora de coger gachupines!”


Así que, si sustituimos a Bartolomé Sánchez Torrado, que merito, insisto, no tiene, por uno que si lo tenga, para ello, aquí va la lista:


“Ha tenido Salamanca distinguidos hijos e ilustres benefactores. En un plano de la población, (el plano de que se trata es una copia en fotografía, tomado del que en junio de 1887 sacaron los alumnos de la Escuela de Minería, bajo la dirección del Ingeniero don Juan N. Contreras. Están diseminados 20 retratos, con sus respectivos apuntes biográficos formados por el Sr. Pedro González) que tenemos a la vista, se ven los retratos de unos y otros, con algunos apuntamientos acerca de sus hechos más prominentes. En ese curioso plano están en efigie: el virtuoso obispo don Vasco de Quiroga, fundador Cristianismo en el antiguo pueblo de Sidoo, hoy Salamanca; el virrey don Gaspar de Zúñiga, que proveyó la fundación de la villa, efectuada en 1630 como ya se dijo; fray José Ortega, que construyó el convento de San Agustín en 1771; Andrés Delgado, el Giro, temerario insurgente que murió el 3 de junio de 1818, fray José María Marocho, sabio y progresista agustino, que combatió en 1840 el proyecto patrocinado por el alto clero para restablecer la monarquía en México; don Eusebio de la Herrán, que fundó el alumbrado público; el cura don Luis Saavedra, que introdujo en el país la fabricación de la porcelana, estableciendo en Salamanca la primera fábrica; el licenciado don Manuel Doblado, que erigió el Partido Político de Salamanca; don Teófilo Araujo, compositor de merecida fama; y el Pbro. don Vicente Bustos, que construyó a fuerza de constancia la torre en que está colocado el reloj público. Figuran también en ese cuadro Margarito Cárdenas que murió combatiendo contra la intervención francesa en Uruapan; y los Sres. Juan Machuca, Patricio Valencia, Tiburcio Gasca, Vicente Flores, Gral. Miguel M. Echegaray, Gobernador Francisco Z. Mena, Lic. Indalecio Ojeda y la Sra. Emeteria Valencia de González, a quiénes por diversos títulos Salamanca les debe un recuerdo de gratitud”. (1)


Espero que tú, salmantino que esto lees, no escojas a Vicente Flores, de él, en el próximo artículo te diré algo de lo que fue su actuar en el momento en que ostentó ese pequeño poder.


Fuente:


De la Torre, Juan. Ferrocarril Central Mexicano. Imprenta de I. Cumplido. México, 1888.



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