sábado, 10 de julio de 2010

El Teatro Juan Valle en Salamanca, nostalgia pura sobre el escenario.

Fachada del Teatro Juan Valle a finales de los cuarenta, nótese la cartelera sobre las paredes de la entrada.


Dentro de la historia y las historias que encierra Salamanca está la del que fuera su gran teatro el llamado Teatro Juan Valle, cuyo cascarón sigue en pie muy cerca de la esquina de las actuales calles de Guerrero y Zaragoza.


“El Teatro Juan Valle, levantado en lo que fue fábrica de hilados, hospicio de pobres, plaza de gallos y cuartel de caballería, se debe a la iniciativa del señor don Victoriano Gasca, a los vecinos que contribuyeron con acciones para que el jefe político don Homobono González lo empezara en 1882, y a los recursos que autorizó el señor gobernador actual para que se terminara en 1893, aprovechando los trabajos que habían continuado los señores don Ernesto Barton y don Dionisio Catalán, tocando acabarlo a quién esto escribe”. (1)


Hay quien dice que esta era la casa que servía como Hospicio, muy cerca del Teatro Juan Valle, la foto fue tomada en abril de 2009, a los pocos meses fue derruida para dar paso a una construcción moderna de locales comerciales.


Para adentrarnos en este que fuera el centro de entretenimiento de la sociedad salmantina, recurrimos a don José Rojas y encontramos que “En su no muy larga vida –apenas sesenta años o muy poco más-, el Teatro Juan Valle pasó por tres etapas en su funcionamiento. En la primera, que considero de su estreno, en 1893, a 1911 o 1912, sirvió para lo que había sido construido; es decir, exclusivamente como teatro. En esos tiempos, todas las compañías teatrales que hacían temporadas, más o menos largas, en las ciudades importantes, también hacían giras visitando poblaciones chicas en las que hacían unas cuantas funciones; sin duda, alguna de esas compañías llegaría a Salamanca. También eran frecuentes las funciones de artistas y grupos de aficionados locales y, como ya hemos visto, las veladas en determinadas celebraciones.


Interior de la casa, ya semiderruida, que se dice era el Hospicio que vivía gracias a los donativos de doña Emeteria Valencia.


Las obras de compañías en gira podían ser dramas, comedias, sainetes, pero sobre todo zarzuelas y funciones, como lo vemos por esos programas de veladas, con número de concierto: trozos de ópera, piezas para piano, violín, etc.,, y algunas partes literarias: monólogos –hoy en desuso y olvidados- , declamación de poemas y, a veces, si la compañía o grupo tenía para hacerlo, números de bailes españoles, tarantelas czardas, etc., y acaso, unos bailes mexicanos, aunque ni el nacionalismo artístico ni el folclore eran muy cultivados. Pero, desde luego, en compañías visitantes en grupos locales y en veladas ocasionales eran absolutamente predominante en esos espectáculos el teatro lírico en sus varios géneros.


Fachada actual del Teatro Juan Valle en la calle de Guerrero, en Salamanca, Guanajuato.


Cuando nos damos la oportunidad de entrar en lo que, ahora funciona como estacionamiento y nos tomamos unos minutos para recorrer lo que queda del teatro podemos adivinar cual fue la entrada, el pequeño lobby, la taquilla, pero, recurriendo al libro de don José Rojas, él por suerte par todos los que vivimos ahora en Salamanca nos dejó una descripción del inmueble y dice que “El Teatro Juan Valle tenía el trazo de planta, distribución y alzado semejante a los Teatros del siglo pasado, en modestas proporciones: a la entrada, con tres puertas a la calle, había un pequeño vestíbulo donde estaba la taquilla; de ese vestíbulo, por el lado izquierdo, sin mal no recuerdo, daba acceso a la escalera para las localidades altas y, a un lado, otra puerta comunicaba a un espacio descubierto a cuyo fondo estaba la entrada para el foro.


Este era el acceso a la Gayola del Teatro Juan Valle


Del mismo vestíbulo, una puerta con dos o tres escalones era la entra a la sala del teatro que tenía forma de herradura: en el centro los asientos de luneta en dos secciones a derecha e izquierda, con un pasillo al centro desde la entrada hasta la orquesta; a los lados del patio y un poco más altas que éste, como es costumbre, las plateas que creo eran cuatro de cada lado. Sobre las plateas en toda la galería, que no tenía asientos individuales sino bancos corridos; las platea, los palcos y galería con barandales de barrotes de madera torneados. No recuerdo las medidas del escenario pero no creo equivocarme mucho si le supongo seis o siete metros de boca y cinco o seis de fondo; detrás del escenario había dos cuartos para camerinos.


Vista de las butacas tomada desde el escenario del Teatro Juan Valle.


Y su testimonio continua: “El telón de boca no era corrían que corriese para los lados como hoy se usa, sino telón que subía y bajaba enrollándose y desenrollándose por medio de una polea, el escenario no tenía telar ni parrilla, pues su techumbre, de viga, estaba a la misma altura que los apoyos de la cubierta de la sala, que era de láminas de zinc sobre caballete a dos aguas; con esa techumbre de lámina, cuando llovía con fuerza (lo que sucedía siempre durante la velada del 15 de septiembre) el ruido estorbaba muchísimo al espectáculo. Como no había telar, en las vigas del escenario ponían grandes armellas o argollas de donde colgaban las bambalinas y seguramente también, pero no lo recuerdo, algún telón de fondo. La iluminación que yo conocí era eléctrica, con focos adecuados, pero en mis más lejanos recuerdos está el que la sala se iluminaba, principalmente al centro del patio, con una lámpara de arco; eso debe hacer sido hacia 1918, ya en los “veintes” la lámpara de arco había sido substituida por una lámpara incandescente grande. Cuando a veces, en conversaciones, he mencionado ese detalle, he advertido dudas, pero yo estoy seguro de la mencionada lámpara de arco, porque probablemente es la única que vi funcionar”.


Vista actual tomada desde el lugar en donde se encontraba última hilera de butacas, hacia el escenario. La torre que se ve al fondo es la del Templo de las Tres Caídas.


Hace poco oí contar a mi tía que ella, siendo adolescente asistía a las funciones de cine en el Juan Valle, en donde pasaban las películas de Flash Gordon. “No se cuando comenzaría el cine en Salamanca ya como espectáculo ordinario y constante. Supongo que sería hacia el año 1912 o poco después; señalo esa fecha porque en México el negocio de exhibición y luego distribución de películas se fue organizando hacia el año de 1908 o 1910 cuando la empresa encabezada por los Granat estableció el que llamó Circuito Olimpia alquilando salones y luego comprando ciertos teatros, como el Alcázar, el Alarcón y otros, que en general adaptaron mal, arruinándolos como teatro y haciendo malos salones de cine; por lo mismo, hacia esas fechas se inició el negocio de alquiler y distribución de películas y de allí mi hipótesis de que haya sido algo después de 1910 cuando el cine vino a ocupar el Teatro Juan Valle, el cual, como dije, pasó todavía la década de los “veintes” sirviendo al teatro y al cine, pero en la década siguiente las funciones de teatro eran cada vez más escasas y distantes y el Juan Valle servía casi únicamente como mal salón de cine pues, como no había sido contraído para eso, tenía muchos inconvenientes por la situación de plateas, palcos y galería que no podían utilizarse en las partes cerca del escenario donde ahora estaba la pantalla y otros muchos defectos, pero el principal era la total falta de atención, de mantenimiento como hoy se dice, del edificio, en cuya conservación las empresas no invertían nada porque no era propio y el Ayuntamiento, que era el dueño, tampoco, porque no tenía interés en hacerlo”. (2)


Acceso principal a la sala del Teatro Juan Valle en la actualidad.


Interesante, no cabe duda, darnos cuenta de que en ese recinto ya abandonado y a punto de caerse, sucedieron tantas cosas pero… ¿quién fue Juan Valle? Si a un Teatro en el estado de Guanajuato se le decidió nombrar de ese modo es por algo. Pues bien, vamonos a uno de los libros que recoge la biografía de muchos personajes del siglo XIX mexicano: “Nació este inspirado poeta en la ciudad de Guanajuato el día 4 de julio de 1838.


Era todavía muy niño cuando quedó ciego a causa de una enfermedad, y hundido en las tinieblas habría vivido, ignorada y sin cultivo la inteligencia superior de que se hallaba dotado, si sus padres, para aliviar su triste suerte, no hubiesen procurado darle una buena educación, y sobre todo, si su buen hermano don Ignacio Valle no se hubiese consagrado, primero para distraerle, y luego para instruirle, a leerle desde niño toda clase de obras.


Notando que la lectura no solo le entretenía agradablemente, sino que le interesaba, le enternecía y le conmovía, cuidó de buscar obras de reconocido mérito, consultando la opinión de personas entendidas, y así el joven ciego conoció la Biblia y sus mejores comentarios, los autores clásicos, los poetas españoles del siglo XVI y los contemporáneos, y las producciones de sus compatriotas.


Vista general del Teatro Juan Valle tomada desde la parte trasera del mismo.


En 1850 perdió Valle a su padre, y dos años después a su idolatrada madre. Aquella horrible orfandad, unida a las penas anteriores del joven ciego, acabó de engendrar en el la profunda melancolía que se descubre en todos sus cantos. Su consuelo único fue la poesía. Sus primeras producciones no fueron destinadas a la publicidad: eran un desahogo espontáneo de su alma. No pudiendo escribir por si mismo, componía mentalmente, y no dictaba sino cuando había concluido una pieza entera y la había repasado bastante para corregirla. Entonces la trasladaba al papel su hermano, sucediendo muchas veces que este, por sus ocupaciones, no podía hacerlo en varios días, y el poeta esperaba sin olvidar una estrofa ni un solo verso, sino antes bien aprovechaba la demora para pulir más sus producciones. Tan grande así era el desarrollo de su memoria. En 1854, es decir, cuando Valle contaba únicamente diez y seis años, aparecieron en los periódicos de México las primeras poesías de Valle, siendo presentado al público lector por el inolvidable don Francisco Zarco, redactor entonces del Siglo XIX. Desde luego llamó la atención de los inteligentes el joven bardo ciego, y todos vaticinaron que Valle sería un escritor distinguido.


Lugar donde estuviera la taquilla del Teatro Juan Valle.


En 1855 se representó en Guanajuato un drama de Valle intitulado Misterios Sociales, que fue recibido con aplausos, y cuyo protagonista tiene muchos puntos de contacto con el autor. Ese drama figura al final del tomo de poesías de Valle impreso en México en 1862, y ciertamente no coloca a su autor como dramático a la atura que guarda como poeta lírico. Iniciado Valle en la política del país, como no podía menos de suceder en una época de lucha como la de la Revolución de Ayutla, (Plan de Ayutla) progresista y liberal por convencimiento, abrazó la causa democrática, y entonó magníficas estrofas para cantar a la libertad a la civilización, a nuestro siglo, y para hacer execrable el fanatismo, convirtiéndose en el Tirteo mexicano de la libertad y del progreso, como ha dicho elegantemente un escritor distinguido. El golpe de Estado de 1856 puso a Guanajuato en manos de la reacción y Valle, que se había conquistado ya los odios del partido conservador, fue víctima de la más inhumana persecución.


Bastaría esto solo para hacer de Valle una de las mas grandiosas figuras literarias de México; pero no es ese su solo título, pues sus cantos eróticos le colocan entre los más inspirados de nuestros poetas sentimentales, pudiendo decirse que Valle preside en este país a los filiados en la escuela del idealismo o, por mejor decir, de los que rinden culto a la poesía de sentimiento. (2)


Fuentes.


1.- González, Pedro. Geografía local del Estado de Guanajuato. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2004.


2.- Rojas Garcidueñas, José. Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense. Editorial Porrúa. México, 1982.


2.- Sosa, Francisco. Biografías de mexicanos distinguidos. Editorial Porrúa. México, 2006.


El Cine Rex hacia 1958, cuando el Teatro Juan Valle ya estaba cerrado, pues la Organización Montes, que rentaba el Teatro, tenía ya en operación el Rex.



2 comentarios:

  1. "En mis tiempos" de salmantina, solo puedo recordar al Cine Rex con los huelguistas. Ahora con la foto, más o menos se ve lo que fue su entrada. El extra: la propaganda política de López Mateos.

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  2. que bellos recuerdos cuando subiamos a gayola los domingos al matiné con mis amigos recuerdo que como no tenia dinero comprabamos semillas siempre se me antojo una torta que vendian los torteros fuera del cine con sus charolas y tijeras como base que bellos recuerdo. Veiamos 3 películas por lo regular muchas mexicanas ahí me cultive del cine mexicano y la verdad estaba obligado asistir a misa dominical para despues darme para el matiné eso fue en los 70´gracias por los bellos recuerdos

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