martes, 16 de febrero de 2010

Los personajes que participan en el relato del Señor del Hospital de Salamanca. 1ª parte.

Portada del libro publicado en 1967 del relato de la llegada del Cristo Negro del Señor del Hospital a Salamanca.


Son 28 los personajes que se nombran a lo largo del relato que todos conocemos que es, en buena medida, el que se ha asentado como historia, siendo que carece de las referencias propias de un verdadero estudio histórico. Ese relato, casi leyenda, hermoso en verdad no deja de ser eso, un relato, pero, hay que anotarlo, está muy bien hecho pues lo que va narrando encalva perfectamente en la geografía Novohispana conocida en la época y ni que decir de los participantes de la narración. Veamos con atención a cada uno de ellos.


1.- Dr. Don Vicente Flores.


“El doctor don Vicente Flores, que fue uno de los poquísimo investigadores de la historia local salmantina, encontró y copió el relato del origen, procedencia y llegada a la que hoy es Salamanca, de la imagen de Cristo crucificado que desde hace cuatro siglos se conoce con el nombre del Señor del Hospital”. (1)


Partiendo de la idea de que fue don José Rojas quién hace la introducción al relato de la llegada de la imagen del Cristo Negro a Salamanca, y que es él, precisamente, quien nos comenta que el Dr. Flores fue un investigador de la historia de Salamanca, y que las notas que aparecen a lo largo del relato, tales como, la del manejo de nombres de poblaciones en lengua otomí; la del uso del bálsamo del Perú; las referencias de personajes ilustres relacionados a la fecha de 1560 y, la más contundente, cuando estampa su firma dando fe a que es una copia fiel del manuscrito original y lo fecha el 10 de noviembre de 1930; podríamos llegar a concluir de quién fue adaptando los personajes históricos y geográficos al relato fue, precisamente él.


2.- Alonso de Marañón.


Sobre Alonso de Marañón no se sabe absolutamente nada, fuera de lo que se menciona en la introducción al relato de que fue a él a quién el Cura don Luís G. Saavedra autorizó hacer. Se presume que este relato fue escrito originalmente en lengua otomí.


Lo que actualmente forman las esquinas de Hidalgo y Zaragoza, propiedad ya subdividida, fue la casa del Cura Luís G. Saavedra.


3.- Luís G. Saavedra.


A él lo encontramos en el relato como la autoridad, dado que era el Párroco de Salamanca, que autoriza dando su licencia a Alonso Marañón para que escriba el relato de la llegada del Cristo Negro del señor del Hospital a Salamanca. Encontramos en la Monografía de Salamanca de 1987, escrita por Guillermo Razo lo siguiente: “Del Cura don Luís G. Saavedra se sabe poco, pero lo suficiente como para recordarlo en estas páginas, pues fue un personaje muy importante no solo en Salamanca, sino ten todo el estado, ya que figuró en algunos cargos políticos.


Fue diputado propietario por el Departamento de Guanajuato, tomando parte del Congreso que estuvo en funciones del 1 de enero al 29 de diciembre de 1844, y enmarcado en un gobierno donde convivían liberales moderados y conservadores, regido por las Bases Orgánicas proclamadas en 1843.


Curiosamente también fue Cura Párroco en Salamanca de 1847 a 1866, año de su muerte. Fue también empresario, pues para crear unas fuentes de trabajo fundó una fábrica de loza, con acciones de los vecinos, la cual fue inaugurada por el entonces Presidente de la República, don Ignacio Comonfort. (2)


Aun queda en pie el horno que fuera de la fábrica de loza de la que se recuerda se producía las mejores piezas de porcelana de todo México a mediados del siglo XIX.


José Rojas, uno de los salmantinos más destacados en el estudio de la historia local, nos dice al respecto que “Otra industria que existió, en la primera mitad del siglo pasado (se refiere al XX) fue la fábrica de loza y porcelana del señor Cura don Luís Saavedra. Tuvo verdadera importancia tanto por lo moderno de su instalación como por la calidad de los objetos que producía, además de que, muy probablemente, fue la primera en aprovechar debidamente los caolines y otras tierras, abundantes en varias partes del Estado, que solamente un siglo después volvieron a ser explotadas. El señor Saavedra tenía esa fábrica en una finca de su propiedad (no su residencia, que como antes quedó dicho, estaba en la esquina de Hidalgo y Zaragoza), su industria estuvo en la esquina de las calles de Tomasa Estévez y Aldama, casa que fue después propiedad de Cástulo Acosta. Todavía hace algunos años se podían ver restos de lo que fueron los hornos de esa fábrica. Parece que parte de su maquinaria y hasta algunos de sus más expertos obreros pasaron luego a México, cuando en la capital se estableció la primera fábrica de loza, del Niño Perdido. Don Luís Saavedra fue Cura Párroco de Salamanca desde 1845, aproximadamente, hasta poco antes de la caída del segundo Imperio”. (3)


Es don Florentino López Lira quién nos da un testimonio más del Cura Saavedra: “…fue un hombre muy inteligente y progresista. Impulsó con tesón el desarrollo de la industria sobre la fabricación de la porcelana. En el museo de Guadalajara existe cerámica que aún se admira, procedente de las fábricas salmantinas. Es conocido el hecho de que una persona, al ver una estatua de cupido cubierta con un velo de punto, quiso alzar éste que se hizo pedazos, pues también era de porcelana hecha filigrana. Casi puede decirse que en toda la República fue el único que en aquellos tiempos consiguió gran perfección con los procedimientos, considerándosele como uno de los elementos más conspicuos para su florecimiento y desarrollo. Por otra parte, era reconocida su intelectualidad; gozaba, además, de gran prestigio y respeto…” (4)


4.- Papa Urbano VIII


Encontramos al primer gran personaje que se menciona dentro del relato, al Papa Urbano VIII. La razón por la cual aparece es debido a que fue el quién: “Reservó la beatificación de los santos a la Santa Sede y en una Bula de fecha 30 de octubre de 1625, prohibió la representación con el halo de santidad a personas no beatificadas o canonizadas, la colocación de velas, retablos, etc., ante sus sepulcros, y la impresión de sus supuestos milagros o revelaciones.”


Urbano VIII tiene importantísimos actos que conforman parte esencial de la historia universal, conozcamos brevemente su vida: Maffeo Barberini, nació en Florencia en abril de 1568; fue electo papa el 6 de agosto de 1623; murió en Roma el 29 de julio de 1644. El nuevo Papa tomó el nombre de Urbano VIII. Al ser atacado por la fiebre que azotaba Roma, fue obligado a posponer su coronación hasta el 29 de septiembre. Se relata que, antes de permitir ser investido en las túnicas papales, se postró ante el altar, rogando que Dios le permitiera morir si su pontificado no era para bien de la Iglesia.


Inició su reinado emitiendo el mismo día de su elección las Bulas de canonización de Felipe Neri, Ignacio Loyola y Francisco Xavier, quien había sido canonizado por Gregorio XV. Urbano mismo canonizó a Elizabeth de Portugal, el 25 de mayo de 1625; y a Andrés Corsini, el 22 de abril de 1629. Beatificó a Francis Borgia, un Jesuita, el 23 de noviembre de 1624; Cayetano, el fundador de los Teatinos, el 8 de octubre de 1625; Juan de Dios, el 21 de septiembre de 1630


En Roma encontramos en Sant Ivo alla Sapienza el palacio donde se ven los símbolos de los Barberini, la abeja. Si te interesa saber la razón por la cual era usado en su escudo nobiliario, entra en el siguiente enlace:

http://www.es.catholic.net/turismoreligioso/661/1985/articulo.php?id=1746


En una Bula posterior, de fecha 13 de septiembre de 1642, redujo el número de días santos de precepto a treinta y cuatro, además de los Domingos. Urbano introdujo muchos oficios nuevos en el Breviario. Durante el pontificado de Urbano ocurrió el segundo juicio y condenación de Galileo por la Inquisición Romana.


Urbano fue un gran favorecedor de las misiones católicas en el extranjero. Erigió varias diócesis y vicariatos en países paganos y alentó a los misioneros de palabra y con ayuda financiera. En una Bula, de fecha 22 de abril de 1639, prohibió estrictamente la esclavitud de cualquier tipo entre los indígenas de Paraguay, Brasil y todas las Indias Occidentales. Urbano tuvo poco éxito en sus esfuerzos para restablecer el Catolicismo en Inglaterra.


El gran error de Urbano fue su excesivo nepotismo. Tres días después de su coronación hizo cardenal a su sobrino Francesco Barberini; en 1627 le nombró bibliotecario del Vaticano; y en 1632 vicecanciller. Francesco no abusó de su poder. Construyó el gran Palacio Barberini y fundó la famosa Biblioteca Barberini que fue adquirida en 1902 por León XIII y pasó a formar parte de la Biblioteca del Vaticano. El sobrino de Urbano, Antonio Barberini, el Joven, fue nombrado cardenal en 1627, después fue nombrado camerlengo en 1638, y después comandante en jefe de las tropas papales. Fue delegado en Aviñón y Urbino en 1633; en Bolonia, Ferrara y Romagna en 1641. El hermano de Urbano, Antonio, quien era capuchino, recibió la Diócesis de Senigaglia en 1625, fue nombrado cardenal en 1628 y después designado gran penitenciario y bibliotecario del Vaticano. Un tercer sobrino de Urbano, Tadeo Barberini, fue nombrado Príncipe de Palestina y Prefecto de Roma. Son casi increíbles las inmensas riquezas acumuladas en la familia Barberini a través del nepotismo de Urbano.


El Castillo de Castel Gandolfo, ahora usado como residencia de verano del Papa, la guardia suiza con sus característicos uniformes diseñados por Miguel Angel, está presente.


Urbano gastó fuertes sumas en armamento, fortificaciones y estructuras de todo tipo. En Castelfranco construyó el costoso pero mal situado Fuerte Urbano, estableció una gran fábrica de armas en Tívoli, y transformó Civitavecchia en un puerto militar. Fortificó fuertemente el Castelo de San Ángelo, Monte Caballo, y construyó varias fortificaciones en el lado derecho del Tíber en Roma. Construyó la villa papal bellamente situada en Castel Gandolfo, fundó el Seminario del Vaticano, construyó varias iglesias y monasterios, embelleció calles, plazas y fuentes. Las tres abejas en su escudo atrajeron la atención de todo visitante a roma. En la Basílica de San Pedro construyó el baldaquín sobre el altar, la tumba de la Condesa Matilda, trasladando sus restos de Mantua, y su propia tumba, al frente de la de Pablo III. Para algunas de estas estructuras empleó bronce del techo del Panteón, con lo que surgió la bien conocida pero injustificada pasquinada: “Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini(5)


Imagen de San Diego de Alcalá en el templo dedicado en su honor en San Diego de la Unión, Guanajuato.


5- Fray Diego.


Este personaje aparece en el relato como aquél que narra el inicio de la historia, contándoles a los naturales como fue que apareció un joven cargando un Santo Cristo por la sierra de Huichapan. Tratar de identificar quien era este fraile es cosa prácticamente imposible, pues el nombre Diego fue uno de los más comunes a principios del siglo XVI.


Recordemos que los nombres de las personas se han regido siempre por tradiciones, devociones y modas. San Diego de Alcalá vivió de 1400 a 1463, forma parte de los más importantes santos franciscanos. Fue canonizado por el papa Sixto V en 1588 en la única canonización realizada por la Iglesia Católica durante el siglo XVI, ya a finales del mismo. Es considerado patrono de los Hermanos legos franciscanos (no clérigos) por haber sido el primer hermano lego canonizado en la Orden. (5)


Si consideramos que su canonización fue en 1588, seguramente que toda su causa corrió a finales del XV y principios del XVI, por lo cual no es de dudar la popularidad del nombre, también tengamos en cuenta que era común que los frailes adquirieran nombres distintos al del bautismo en el momento de su consagración y, normalmente, los franciscanos elegían nombres que fueran de santos de su congregación.


El nombre de Diego nos transporta a una serie de datos muy curiosos, pues tanto Diego como Yago, Santiago y Jaime tiene su origen en el nombre bíblico de Jacobo. En Wikipedia encontramos que Jacobo, Jacob, Yago, Iago, Jaime, Santiago y Diego son variantes en español del nombre propio Ya'akov (en hebreo יַעֲקֹב), que significa "sostenido por el talón" y fue el nombre del patriarca que después se llamó Israel. El nombre de este patriarca fue traído al castellano como Jacob.


Santiago en su Advocación de Apóstol. Esta es la imagen venerada en su templo de Santiago de los Coras en el municipio de San José del Cabo, en Baja California Sur.


Bibliografía:


1.- Historia de la milagrosa imagen del Señor del Hospital de Salamanca. Introducción atribuida a José Rojas Garcidueñas. Imprenta del Bosque, México DF. 1967.


2.- Monografía de Salamanca. Guillermo Razo. Revista Radar. Salamanca, Gto. 1987


3.- Salamanca, dimensión económica municipal. Preliminar histórico de José Rojas Garcideuñas. Edición del Municipio de Salamanca. Salamanca, Gto. 1971.


4.- Salamanca Legendaria. Florentino López Lira. Sin editorial. Salamanca, Gto. 1934.


5.- La Biografía de Urbano VIII fue escrita por Michael Ott, trascrito por Carol Kerstner y traducido por Lucía Lezna. Tomado de La Enciclopedia Católica, Volumen I. 1907. Sitio electrónico: http://ec.aciprensa.com/u/urbano8.htm


5.- http://www.franciscanos.org/bac/diegoalcala.html



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