lunes, 4 de enero de 2010

Lo que fueron las fiestas de la Feria de Semana Santa en Salamanca

Este es el portal que en algún tiempo, hace ya mucho, era el lugar de los buhoneros de la barilla, es decir, los “Barilleros”, aquellos que se dedicaban a vender mercería en los arcos de los portales.


A través de un escrito que amablemente recibí del Cronista de la Ciudad de Salamanca, Juan José Rodríguez Chávez, el cual me parece de lo más atinado en lo que allí relata, quiero aclarar un grave error que cometí al anotar una cosa mal fundamentada en relación a los gremios que festejaban año con año las celebraciones de la Octava de Corpus.


En un artículo anterior que aquí publiqué, mencionaba que el gremio de los Barrilleros era aquel que producía sosa de manera tradicional, quemando una serie de plantas que en el proceso de combustión generaban este químico que en la época, primer cuarto del siglo XX, era utilizado para la fijación del color en las telas que aquí, en Salamanca se producían y que por lo tanto, eran parte del gremio de los Textileros que en esa época era el que hacía la entrada con más pompa. Siendo en la realidad que el gremio en mención era el de los Barilleros, que eran las personas que como Buhoneros, es decir, como “puesteros” vendían sus mercerías, a la sazón normadas como Barillas.


“Las tres grandes fiestas de Salamanca, que atraían gentes y peregrinaciones de los lugares circunvecinos y hasta de algunos no tan próximos, eran el Martes Santo, el Jueves de Corpus con los Gremios de oficios y el jueves de la Ascensión del Señor. Así fue desde fechas lejanas, yo me atrevo a mencionar que proceden desde mediados del siglo XVI, basándome en el templo antiguo del Señor del Hospital (hoy templo Expiatorio) que fue reconstruido en el siglo XVIII, señal que ya era visitado y había fondos del economato para atender su mejoramiento.


Estas grandes fiestas están ligadas directamente al culto que se profesa al Cristo del Señor del Hospital, cuya historia no se puede resumir en tres líneas, pero que ha sido la devoción tutelar, mayor que otra cualquiera de las varias que sucesiva o simultáneamente ha tenido el más fuerte sentimiento de fe y religión del pueblo salmantino.


Entre ellas los aspectos más pintorescos son las danzas; es decir, los grupos de danzantes étnicos que concurren a estas ya tradicionales fiestas religiosas y populares.


Desde ocho o diez días antes, empezaban a llegar los vendedores a instalar sus puestos, ya para el Viernes de Dolores, o para los domingos anteriores a los Jueves de la Ascensión y Corpus, era imposible transitar, si no era a pie por la Plaza Mayor y calles que la circunda, entre ellas la calle Revolución, y el antiguo jardín de San Agustín.


Los “puesteros” ponían sus mantas y sombrillas de manta que alquilaba don Ramón Cendejas y la plaza principal era un enorme entoldado blanco y multiforme. Había ventas de todo: zapatos y huaraches, trastos de peltre, cuchillos, baratijas de mercería o “BARRILLA”, monas y caballitos de cartón de gran colorido y folclor. Muchos y bien surtidos puestos de alfareros de Tlaquepaque y Tonalá. Macetas, floreros, botellones, muñecos, toda suerte de vasijas y juguetes y figurillas de vidrio, juegos populares y loterías, variedad de dulces (jamoncillos, ates, cajetas y productos de la empacadora “La Fortaleza” de Salamanca, alfajores de Colima, marquesotes blancos y rojos, frutas cubiertas y cristalizadas. Vendedores de aguas frescas y mesas con charamuscas de diversos estilos y sabores, pues, precisamente era costumbre obsequiarlas en el Martes Santo.


Como el motivo de las fiestas era visitar al Señor del Hospital, cuya imagen se bajaba al pie y al frente del presbiterio el Martes Santo, cerca de la entrada del templo había muchas mesas que vendían grandes cantidades de velas de cera blancas o amarillas, de todos los tamaños y grosores. En aquellos años y en realidad, posteriormente a 1925, la aglomeración humana, era grandísima. Los peregrinos y visitantes llegaban a pie, en burro, caballo o ferrocarril y, en cualquier caso, permanecían en Salamanca dos o tres días por lo menos. Los mesones estaban llenos, la gente se tendía en las noches a dormir, algunos aprovechando el resguardo de los toldos o mantas y sombrillas de los puestos y algunos otros se postraban en los portales de los lados de la plaza principal”.

El artículo donde aparece lo relacionado a los barrilleros, con doble “r” es en el siguiente:


http://elsenordelhospital.blogspot.com/2009/10/la-fiesta-de-gremios-en-salamanca-una.html



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