lunes, 16 de noviembre de 2009

La Guerra Cristera, parte de la historia del Señor del Hospital

Son todavía algunas personas que recuerdan haber oído de sus padres o abuelos las barbaridades que sucedieron en los años veinte del siglo XX a raíz de la llamada Guerra Cristera, quizá muchas personas no saben siquiera de estos acontecimientos que enlutaron buena parte del país, especialmente los Altos de Jalisco y el Bajío. Salamanca no fue la excepción. En esta extracción que hago del libro El templo agustino de San Juan de Sahagún en Salamanca de José de Santiago Silva, Ediciones la Rana, Guanajuato 2004, nos podremos enterar con más detalle de lo acontecido:

“Hacia la segunda década del siglo XX la devoción al Señor del Hospital constituía ya un valor de integración social notable; se le construyó un templo al lado del pequeño que lo había albergado en los años precedentes, y que ya no era suficiente para el norme culto que se le dedicaba.

Seguramente hicieron modificaciones sucesivas en los siglos XVIII y XIX, y finalmente en los albores del siglo XX se construyó la parroquia nueva en la que actualmente se encuentra. El autor del proyecto fue, como ya se comentó, el ingeniero Ernest Barton, y concurrieron a la ejecución de la obra y a su decoración los mejores artistas de la región. En 1924 se trasladó la imagen y se dedicó la nueva construcción con diversos actos litúrgicos a los que asistieron numerosos obispos.

En 1926 tuvo lugar otra de las inundaciones que dejó una secuela de destrucción y calamidades, como funesto presagio de lo que sobrevendría en los años subsecuentes. En efecto, la persecución religiosa y la rebelión cristera de 1928 tuvieron en Salamanca episodios dolorosos en los que, como suele ocurrir, en los enfrentamientos bélicos, la población civil sacó la peor parte. Hubo, como era de esperase de una religión de tan acendrado catolicismo, abundante militancia cristera y represiones del ejército federal que alcanzaron a la población en su conjunto. Rojas Garcidueñas consigna algunas de las penurias que se sufrieron en esos aciagos días: las represiones militares a cargo del teniente coronel Carlos Alemán, de los generales Palomera López y Jaime Carrillo, que lo mismo masacraron campesinos indefensos que extorsionaron a personas acomodadas y comerciantes con la imposición de consabido "rescate". Y con tantos sucesos disturbios, las condiciones económicas se fueron agravando hasta dejar a la ciudad cercana a la postración”.


domingo, 15 de noviembre de 2009

La influencia renacentista en las imágenes de pasta de caña de maíz

De acuerdo a la historia de la imagen del Cristo Negro del Señor del Hospital, ésta llegó desde Xilotepec, en el actual Estado de México, lugar en donde fue venerada por poco más de veinte años, este dato nos lo ofrece el sacristán Alonso Marañón que, autorizado por el Señor Cura don Luis Saavedra, hizo una recopilación manuscrita de la historia del Señor del Hospital a mediados del siglo XIX. En ese relato se dice que la imagen había sido traída de España por los padres Franciscanos y se encontraba en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. Hay, por otro lado la idea de que la imagen procede de Pátzcuaro, quizá del taller del más renombrado escultor de imágenes en pasta de Caña de Maíz, Matías de la Cerda.

Cristo en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Lagos de Moreno, Jal.

Existe un libro que hace un estudio detalladísimo de éste arte escultórico: Imágenes en caña de maíz, escrito por el maestro Andrés Estrada Jasso, publicado por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en 1996. En el inciso B del capítulo VI, nos expone magistralmente parte de los resultados de su análisis:

Cristo en la Parroquia de Nuestra Señora de la Luz en Abasolo, Gto.

“Plenamente clásicos son los Cristos de Matías de la Cerda. Clásicas en su efecto son las proporciones: inscrita la forma en un cuadro; su altura es sensiblemente igual a la longitud de los brazos extendidos –especificaciones de Leonardo- en sus tratados de pintura; la cara cabe hasta diez veces en lo largo del cuerpo y, de oreja a oreja hay lo mismo que de la ceja a la barbilla.

El semblante es hermoso y de gran dignidad, no divina, sino profundamente humana. Hay rostros tan nobles que llegan a ser regios. El dolor no los deforma, los dignifica, y la muerte deja plasmado para siempre un sello de gravedad que no aterra, pero si eleva. Lo que aquí se dirá de los rasgos sobresalientes del rostro, se puede aplicar a la inmensa mayoría de los crucifijos estudiados.

Cuando el pelo se modela de la misma pasta, aparece escaso en el cráneo porque se supone una corona, de espinas o de plata con crencha en medio y bien peinado hacia los lados: mas abundante es el que cuelga suelto, un poco ondulado y tratado con esmero con dos o una guedeja por delante del hombro derecho, pero nunca muy largo. Pocas cabezas lo tienen solamente pintado por estar pensadas para pelo natural. (A veces el pueblo desfigura las obras del escultor añadiéndoles pelucas largas y rizadas, o grandes cendales que ocultan todas las piernas. De la orilla del pelo arrancan las gotas o hilillos de sangre derramada por las espinas.

Altar Mayor del Templo de la Santísima Trinidad en Puebla, Pue.

A los Cristos primitivos se les llamaban “dormidos”, porque los hacían con los ojos cerrados; mejor dicho: no tenían ojos; en cambio a los posteriores se los ponían de vidrio (realismo popular) o simplemente se los pintaban; de vivo o de muerto, siempre ensombrecidos por una profunda tristeza. La nariz, a pesar de ser la más relevante, suele ser grande, como la de muchos españoles. La barba siempre cerrada; a veces rizada o partida en dos, abundante y bien recortada; entre ésta y el bigote en realce, la boca: si se la representaba entreabierta suelen asomarse los dientes entre los labios y a veces es visible la lengua. En la mejilla se marca la bofetada de Malco.

La musculatura del cuerpo, que revela un gran conocimiento anatómico, está por lo general, acentuada, expresando exacerbación por el dolor o la postura incómoda. Los pectorales siempre están bien representados, y a la prefiguración de los deltoides concurren los refuerzos de papel que unen los brazos con la armadura del tórax. Las costillas son delgadas y claras. No es rara, en los brazos y en las piernas y en los pies la nudosidad y anchura de las articulaciones.

Precisamente de las notas más distintivas es el detallismo naturalista de los pies. Los metatarsos y las falanges están largamente acusados y tratados con tanto verismo que se pueden contar los huesos. No así las manos, que son suaves y pensadas para ser vistas por la parte de adentro. Es notoria la oposición entre las manos que derramaron bendiciones y los pies que caminaron descalzos.

Altar Mayor de la Catedral de Toluca, Estado de México.

Las piernas aparecen siempre arqueadas para hacer posible la antinatural postura de los dos pies sujetos por un solo clavo y pegada la planta a la cruz, sin el apoyo que en otras épocas se les puso para resolver ese problema, soporte que en los Cristos de caña nunca aparece. Por la misma razón los pies están torcidos hacia adentro.

Peculiar es la preeminencia que se le da al lado derecho sobre el opuesto: la cabeza y cara, ya de frente, ya de tres cuartos, cae hacia el lado derecho de la línea media que divide el cuerpo en dos, verticalmente. Del mismo lado quedan la herida del costado, el nudo del cendal (que no siempre existe, pues algunas están pensadas para sobreponerles otro de tela bordada) y el pie derecho superpuesto al izquierdo. Por el contrario, al otro lado de la línea media, no se da ningún elemento notable.

Este centro de atracción se acentúa todavía más por una curvatura del cuerpo hacia el lado derecho, que en algunos casos es muy pronunciada, en parte compensad por el hombro izquierdo que se desencaja. Como estos Cristos están pensados para ser vistos de frente, la parte posterior está poco trabajada: la forma es plana, los músculos apenas están esbozados, y la espalda medianamente pintada.

Cristo en el Templo del Calvario en Lagos de Moreno, Jal.

En cuanto a al policromía, el cuerpo de Jesús generalmente es blanco, o de un color moreno oliváceo, como los andaluces, y está dado con verdadera maestría. Que los Cerdas eran también pintores, está comprobado con el dicho de don Nicolás León que asegura la existencia de algunos cuadros de ellos en Tzintzuntzan. El pincel está manejado con criterio renacentista: la sangre no baña exageradamente el cuerpo. Son pocas las fuentes de donde mana: las espinas de la corona, las llagas de los clavos, las rodillas golpeadas y principalmente la llaga del costado; pero no es muy abundante, hilillos tan solo.

La del costado con frecuencia atraviesa el cendal y escurre por la pierna derecha. Las llagas destilan sangre, pero nunca en abundancia, dejando la figura relativamente limpia. Un cristo sanguinolento sería inconcebible en el Renacimiento, cuyos ideales no eran ciertamente el dolor y la sangre".

Jesús flagelado, en la Parroquia de San Francisco en Pénjamo, Gto.

viernes, 13 de noviembre de 2009

San Homobono, Santo Patrono de los sastres

Esta imagen de San Homobono está en el Templo de San Felipe en Zaragoza, España. Fotografía cortesía de Kelkian.

Hoy 13 de Noviembre celebramos a San Homobono santo que a fuerza de trabajo logró acumular una gran fortuna en el negocio heredado de su padre en el comercio de telas. Su riqueza fue siempre utilizada en hacer obras pías el bien a sus semejantes, vivía en la ciudad de Cremona, Italia en la época medieval, cuando las comunidades estaban formadas en torno a una familia, la suya no era del todo bien vista por apoyar a los necesitados y llevar una vida mesurada. Homobono asistía a misa el 13 de noviembre de 1197 cuando en el Gloria in excelsis, abre los brazos en forma de cruz y cae de bruces. La gente pensaba estuviera en estado de éxtasis pero en realidad había muerto. Dos años más tarde es canonizado por el Papa Inocencio III, el mismo que autorizara la creación de las ordenes Franciscana y Dominica.

A México llegó el culto a San Homobono en los primeros años de la época colonial, siendo él el Santo Patrono de los sastres, y siendo la sastrería una actividad fundamental, era muy bien conocido, especialmente porque en las festividades gremiales, su palanquín era de los más ornamentados. En la actualidad es poco conocido este santo, sus atributos, es decir, los elementos que lo identifican son las tijeras y la vara, vestido con atuendo medieval pero, dado que su culto es poco difundido, es difícil encontrar una imagen de él.

San Homobono fue un rico comerciante de telas en Cremona, Italia.

En el interesante libro Las devociones cristianas en México en el cambio de mileno de Mariano Monterrosa y Elisa Talavera, Editorial Plaza y Valdes, 2002. Encontramos que “tan extraño es hoy en día San Homobono que por ello destaca que aun se le venere en el templo conventual del Carmen en la Ciudad de Puebla… lo curioso es que este San Homobono no es San Homobono pues es probable que los sastres poblanos nunca vieron una representación de su santo patrón y aprovecharon la escultura de un Cristo, imagen que con seguridad estaba desempleada, ya no tenía cabida en el templo o quizás se encontraba abandonada en algún rincón”.

La deducción anterior la sacan a raíz de los goznes que tiene la escultura, es decir, esos ligamentos, especies de articulaciones que los escultores virreinales ponían a las representaciones de Cristo para poderlo mover de acuerdo a la representación que se buscaba, como el Ecce Uomo, o cualquier otra requerida para las procesiones, especialmente durante la Semana Santa.

El Santo, como lo podemos ver en la fotografía tomada en Puebla, está vestido con esos atributos que la fe de los sastres poblanos le han ido creando, el traje, la corbata, los zapatos de charol y calcetines negros. Sin lugar a dudas la fe mueve montañas.

Para leer más acerca de la vida de San Homobono:
http://noticias.notidiocesis.com.mx/?option=com_content&view=article&id=6215&catid=80&fontstyle=f-larger

Para leer la carta publicada por SS Juan Pablo II en 1997 a raíz del aniversario ochocientos de San Homobono:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/1997/documents/hf_jp-ii_let_19970624_nicolini_sp.html


jueves, 12 de noviembre de 2009

Padre Nuestro en Cochimí

Fue la Baja California la última región de la Nueva España en ser evangelizada, fueron los padres Jesuitas quienes trajeron la palabra del Señor, iniciando formalmente en 1697 al asentarse en Loreto, de allí una a una fueron abriendo las 20 misiones que los seguidores de San Ignacio crearon en las inhóspitas tierras, desérticas en su mayoría.

Los pobladores originales eran tribus bárbaras que no tenían asentamientos fijos, se movían en la región pero dentro de un territorio que cada grupo ya tenía marcado, así fue como a la llegada de los Jesuitas encontraron aquí a los pueblos Pericú. Guaycura y Cochimí, fue con los últimos que, en la Misión de San Ignacio se realizó una traducción del Padrenuestro y el Ave María a la lengua original:

Cahai apa, ambeing mia, mimbang-ajua val vuit-maha, amet mididuvaijua cucuem, jemmujua, ambang vihi mieng, ame tenang luvihim. The-vap licue timiei, digua, I ban-anang gna chittevichip nuhigua aviuveham, vi chip iyegua gnacca viuvem, cassetasuang mamen-gnakum, gong tevissiée gna cavignaha, amén.

Santa María gouyibaham, Dios la kaembogoosso ibaha muzui Dios la bentguo deayi, vahiñijua guidemug juae hi buhuhmu mo koemimbi mami ibaha, guigi muissa Jesus jua kaeaomi ibaha luhu Santa María Dios chi Dios hmu pennayu nui ambinyinjua paga u dugu gaim, anna huahmu, guhi nuihia dehuae udaahi, amén.


Las fotografías corresponden a la misión de Nuestra Señora del Pilar en Todos Santos, BCS.

Si te interesa saber más sobre la historia de las misiones fundadas por los Jesuitas, accede a este sitio:

http://www.loyola.tij.uia.mx/ebooks/historia_baja/%5B14%5D%20%20Las%20misiones%20jesuitas.%20X.pdf

domingo, 8 de noviembre de 2009

Ficha técnica del Cristo Negro del Señor del Hospital

Uno de los mejores y más completos estudios que se hayan hecho en México sobre las imágenes de pasta de caña de maíz es, sin lugar a dudas el realizado por el maestro Andrés Estrada Jasso en su libro Imágenes en Caña de Maíz, publicado por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en 1996. De allí estoy tomando toda la ficha técnica respecto al Cristo Negro del Señor del Hospital.

#37.- Cristo crucificado, tamaño un poco mayor que el natural. Cuerpo bastante torcido a la derecha, en arco. Brazos tirantes. Nariz grande y afilada, barba partida. Color un poco oscurecido. Fue colocado inicialmente en el hospital para indios de la Limpia Concepción de María (al lado de la parroquia) donde permaneció casi cuatro siglos hasta que fue trasladado al interior de la parroquia a principios del siglo XX. El curato y el hospital fueron erigidos por don Vasco en 1563. El cristo es de esos años.

Hacen referencia de el los siguientes autores: Buitrón (citado por Orozco); Ojeda Sánchez en “Cristos”; Orozco en “Cristos”; Romero J.G. en “Noticias” y Ruiz Valenzuela “Antonio” citado por Orozco.