viernes, 6 de marzo de 2009

Acualmeztli

Códice Teotzotlán, fotografía de la Newberry Library.

Existe una referencia en Internet que menciona la existencia de un natural de la zona de Tlatelolco, que había perdido a sus padres durante la conquista de la Gran Tenochtitlán y que había sido adoptado y criado por un caballero español, su nombre era Acualmeztli. La sociedad durante los primeros años de la conquista mantenía un estricto sistema social, y si un indio era adoptado por español, su rango social era elevado, tal fue el caso de este personaje. En Santiago Tlatelolco asistía al Colegio Imperial de la Cruz adquiriendo una fuerte devoción a la imagen de El Cristo de los Agonizantes.

Acualmeztli al descubrir su verdadero origen y enterarse de que sus padres habían sido asesinados durante la conquista española, decide escapar del Colegio Imperial para unirse a los indios que aun combatían contra los conquistadores. Al tener tanto amor y devoción al Cristo de los Agonizantes huye llevándose la imagen, convirtiéndose mas tarde el líder de los rebeldes y El Santo Cristo de los Agonizantes en su protector.

Rostro de una de las representaciones de El Cristo de los Agonizantes.

Los españoles ya asentados en la Nueva España inician hacia la década de los treintas en el siglo XVI la expansión de los territorios conquistados con rumbo norte en donde se encontraban los asentamientos otomíes cuya principal población era Xilotepetl (la actual Jilotepec), mas al norte aun se encontraban las tribus mas belicosas de toda Mesoamérica, los Chichimecas.

Siendo los Otomíes enemigos ancestrales de los Aztecas, estando sometidos, al igual que los demás pueblos circundantes a la Gran Tenochtitlán, durante tanto tiempo, que guardaban cierto odio hacia ellos, cosa aprovechada por los españoles a su favor, creando un asentamiento que daría paso a la evangelización y conquista de la zona del Bajío. Es allí, en Xilotepetl donde Acualmeztli es herido en una batalla, muriendo al poco tiempo.

El códice Huichapan–Xilotepec, tomada de la Revista Arqueología Mexicana.

Es en este momento que un segundo personaje, vital en la historia de El Cristo de los Agonizantes, otro indígena más, que formó parte de la lucha de Acualmeztli, Juan Cardona. Es en este momento que se inicia la leyenda ya que se dice que “Una noche este indígena tuvo un sueño en el que el Cristo le mandaba que lo sacara de Jilotepec, que lo llevara con rumbo al sur, tierra adentro, hasta un lugar en donde, habiendo ahí pasado la noche, se encontraran al amanecer con la cruz enterrada en el suelo”.

Jilotepec tiene una importancia muy grande para entender mejor la llegada del cristianismo a la zona centro de México. Siendo los Jilotepecanos aliados de los españoles, estos crean cacicazgos, quedando en manos de personajes de la altura de Diego de Tapia, mejor conocido como Indio Conín, el fundador de Santiago de Querétaro. Nicolás de San Luis, Francisco de Urdiñola, que entre otras funda San Miguel el Grande, San Felipe y San Luis de la Paz en el actual estado de Guanajuato. Juan de Santamaría y Nicolás Montaño ó Montañéz fueron también caciques originarios de Jilotepec que fundan poblaciones en los actuales estados de Querétaro y San Luis Potosí.

Nicolás de San Luis uno de los caciques de Jilotepec, fundador de Acámbaro y Apaseo, entre otras ciudades del Bajío.

Hay un par de datos curiosos en torno a los acontecimientos sucedidos en Jilotepec, uno de ellos fue la llegada de uno de los Encomenderos, que estaba casado con la sobrina del Virrey de Mendoza, el cual poco tiempo después hizo de su propiedad lo que se le había otorgado, no cabe duda de que las relaciones familiares han tenido sus “premios” desde los tiempos coloniales.

Para entender mejor lo que era una encomienda citaremos a Wikipedia: “Antiguamente, se llamaba Encomendero al que por merced real tenía indígenas encomendados, como parte de la institución colonial de la encomienda. El encomendero tenía la obligación de enseñarles la doctrina cristiana y defender sus personas y bienes, pero sobre todo se beneficiaba de rentas cuantiosas y del trabajo semi-esclavo que por concepto de "servicios personales" debían tributarle sus encomendados. En las colonias españolas el ser encomendero era considerado un premio y privilegio, por el que se solicitaba y rogaba insistentemente a la autoridad.”

Otro detalle se dio durante la visita del Virrey Antonio Mendoza a la localidad ya que en su honor se organizó una montería, fue tal el éxito que el virrey decidió organizar otra de iguales dimensiones pasados dos años. Recordemos que las monterías tuvieron un gran arraigo en las cortes europeas poco después del Renacimiento, eran aquellas en las que la jauría de perros acompañaba a los caballeros que iban en pos de una zorra.

El primer Virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza, durante su mandato fue quien autorizó las incursiones de españoles en la parte actualmente conocida como Bajío.

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