miércoles, 11 de marzo de 2009

Cristos

Cristo en la Parroquia de San Jacinto en San Ángel, Ciudad de México.

Cristo Agonizante en Tuxpan, Jalisco.

Cristo de Villaquejida en León, España.

domingo, 8 de marzo de 2009

El Cristo Renovado de Ixmiquilpan

Verdadero retrato del Santo Cristo de Ixmiquilpan colocado por el ilustrísimo Señor Arzobispo Don Iván de la Serna en el Convento de Carmelitas Descalzas de Señor San José, de México a donde está hoy. A devoción del Doctor Don José Vallejo Hermosillo (Ciudad de México, 1699).

sábado, 7 de marzo de 2009

Los Otomíes

Cristo Agonizante en el Ex Convento Franciscano de San Nicolás Tolentino en Actopan, Hidalgo.

Los otomíes fueron cristianizados en los años siguientes a la Conquista de Tenochtitlan. Las primeras tareas de evangelización corrieron a cargo de los franciscanos, concentrados en las provincias de Mandenxhí (Xilotepec) y Mäñhemí (Tula), donde realizaron su labor entre los años de 1530 a 1541. En 1548 la orden de los agustinos aprobó la creación de los conventos de Atocpan e Ixmiquilpan. El convento de Ixmiquilpan destaca porque sus murales (realizados en la segunda mitad del siglo XVI) presentan un tema netamente indígena (el de la guerra sagrada) en un panorama de elementos relacionados con la mitología cristiana. Con la cristianización de los otomíes se inicia también el proceso de adaptación de las formas de organización política europeas, que dieron origen a la organización de las comunidades indígenas en mayordomías, que, en casos como el de los otomíes de Ixtenco (Tlaxcala) constituyen uno de los pocos elementos de identidad étnica que aún conservan. De modo paralelo a este proceso de aculturación, en otras partes del centro de México el franciscano Bernardino de Sahagún hacía indagaciones entre los pueblos nahuas. Los informantes de Sahagún expusieron el modo en que los nahuas veían a los otomíes antes de la llegada de los españoles, de los que dijeron "no carecían de policía, vivían en poblado; tenían su república".

Durante la Colonia, los frailes hicieron una gran labor de investigación sobre las culturas y las lenguas indígenas. Sin embargo, en comparación con el caso de los pueblos de habla náhuatl, los documentos producidos acerca de los otomíes son realmente pocos. Luis de Neve y Molina publicó en 1797 unas “Reglas de orthographia, diccionario, y arte del idioma othomí”, que fueron redescubiertas en 1989. Este documento se suma a otros manuscritos que fueron producidos con antelación en el centro de México. Quizá el más conocido de ellos sea el Códice de Huamantla, que fue realizado en la región de Tlaxcala en el siglo XVI y habla sobre la historia de los otomíes desde la época prehispánica hasta la Conquista. Otros documento de igual importancia es el Códice de Huichapan, procedente del valle del Mezquital y realizado por el otomí Juan de San Francisco a final del siglo XVI.

Las encomiendas, forma en que fue repartida la zona del Bajío a fin de ser evangelizada. Sus fértiles tierras fueron objeto de disputa entre los propios encomenderos.

El arribo de los españoles a Mesoamérica significó el sometimiento de los pueblos indígenas al dominio de los recién llegados. Hacia la década de 1530, todas las comunidades otomíes del Valle del Mezquital y la Barranca de Meztitlán habían sido repartidas en encomiendas. Posteriormente, al modificarse la legislación española, aparecieron las llamadas repúblicas de indios, sistemas de organización política que permitieron cierta autonomía de las comunidades otomíes con respecto a las poblaciones hispano-mestizas. La creación de estas repúblicas de indios, el fortalecimiento de los cabildos indígenas y el reconocimiento de la posesión de las tierras comunales por parte del Estado español fueron elementos que permitieron a los otomíes conservar su lengua y, hasta cierto punto, su cultura indígena. Sin embargo, especialmente en lo que respecta a la posesión de la tierra, las comunidades indígenas padecieron despojos a lo largo de los tres siglos de colonización española.

Virrey Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, V Conde de Monterrey.

Al mismo tiempo que los españoles iban ocupando los antiguos asentamientos otomíes —como es el caso de la actual ciudad de Salamanca (Guanajuato), fundada en el asentamiento otomí de Xidóo ("Lugar de tepetates") en 1603 por decreto de Gaspar de Zúñiga y Acevedo, virrey de Nueva España —, algunas familias otomíes fueron obligadas a acompañar a los españoles en la conquista de los territorios al norte de Mesoamérica, ocupados por los belicosos pueblos aridoamericanos. Fueron colonizadores los otomíes que se asentaron en ciudades como San Miguel el Grande y otras ciudades de El Bajío. De hecho, el proceso de colonización de este territorio fue esencialmente obra de los otomíes, teniendo como punta de lanza el señorío de Xilotepec.

En El Bajío los otomíes sirvieron como puente para la sedentarización y cristianización de los pueblos nómadas, que terminaron siendo asimilados o exterminados por la fuerza. La importancia de El Bajío en la economía de la Nueva España le convirtió en un escenario donde confluyeron posteriormente distintos grupos étnicos, incluidos los migrantes tlaxcaltecas, los purépechas y los españoles, que finalmente terminarían por sobreponerse a todos los grupos indígenas que les apoyaron en la conquista de este territorio que había sido el hábitat de numerosos pueblos clasificados como chichimeca. Sin embargo, hasta el siglo XIX, la población otomí en El Bajío era todavía un componente principal, y algunos de sus descendientes permanecen en municipios como Tierra Blanca, San José Iturbide y San Miguel de Allende.

Para leer en su totalidad las Reglas de Orthographia, Diccionario y Arte del idioma Othomí de Luis de Neve en su versión original de 1797, da clic aquí:
http://www.fondoshistoricos.udg.mx/lenguas_i/registro.php?no_ficha=65

Dada la precisión de datos, este texto fue tomado íntegro de Wikipedia.

El Santo Señor de Chalma, unos de los primeros Cristos venerados en Nueva España.

Agradecemos profundamente el uso de las estupendas fotografías de Enrique López – Tamayo Biosca.
Los rituales que los Aztecas y demás pueblos originarios de México eran varios y abundantes, muchos de ellos consistían en el sacrificio humano ya que la creencia era que el sentido de la vida era después de la muerte.

Tezcatlipoca tiene una importancia igual a la de Quetzlcoatl, representa la noche, está asociado al color negro y, en consecuencia, al norte. Se pensaba que Tezcatlipoca habitaba en el inframundo, y que las cuevas eran los lugares por donde respiraba. Su culto estaba asociado a Oxtoteotl (representación de las cuevas) y a Tlazalcotl (representación de la basura e inmundicia).

Uno de los impactos más grandes que tuvieron los Conquistadores al llegar a la Gran Tenochtitlán fue presenciar las ceremonias de sacrificio humano, los Franciscanos, la primera orden que llega a México con el fin de evangelizar a las poblaciones locales, lucha por erradicar estos ceremoniales. Es hacia 1531 que sucede la primera aparición milagrosa en el norte de Tenochtitlán, al manifestarse la presencia de María en su advocación de Guadalupe.

Las incursiones españolas siguen al norte y occidente. Llegan al centro ceremonial de Malinalco, lugar de extrema importancia para la élite guerrera mexica, al encontrarse allí el Cuauhcalli, (uno de los tres edificios monolíticos que hay en el mundo). La orografía del lugar ofrece una gran cantidad de cuevas, razón por la cual era la zona de sacrificios a Tezcatlipoca, Oxtoteotl y Tlazalcotl.

Es allí que surge la leyenda del Santo Cristo de Chalma, que se ubica a tan solo una docena de kilómetros de Malinalco. Los primeros evangelizadores que llegan en 1537 fueron los agustinos Sebastián Tolentino y Nicolás Perea son los que dan testimonio de la milagrosa aparición de un Cristo, haciendo más bien un cambio de imágenes entre los ídolos adorados como Oxtoteotl. Con el tiempo los padres Agustinos se establecen con un convento justo al lado del manantial al que se le atribuyen curas milagrosas.

Agradecemos profundamente el uso de las estupendas fotografías de Enrique López – Tamayo Biosca.
La revista México Mágico comenta lo siguiente: “Existe otra leyenda que habla de un arriero que buscando su mula entró a la cueva y encontró a un prodigioso Cristo. Lo que tenemos por cierto es como en otros muchos sitios, estos celosos misioneros sustituyeron al ídolo por la imagen de pasta de caña de maíz llamada "Tatzingueni". Esta técnica es la que desarrolló Vasco de Quiroga y gracias a la maleabilidad, ligereza y duración de ésta, han llegando hasta nosotros buen número de piezas”.

viernes, 6 de marzo de 2009

Acualmeztli

Códice Teotzotlán, fotografía de la Newberry Library.

Existe una referencia en Internet que menciona la existencia de un natural de la zona de Tlatelolco, que había perdido a sus padres durante la conquista de la Gran Tenochtitlán y que había sido adoptado y criado por un caballero español, su nombre era Acualmeztli. La sociedad durante los primeros años de la conquista mantenía un estricto sistema social, y si un indio era adoptado por español, su rango social era elevado, tal fue el caso de este personaje. En Santiago Tlatelolco asistía al Colegio Imperial de la Cruz adquiriendo una fuerte devoción a la imagen de El Cristo de los Agonizantes.

Acualmeztli al descubrir su verdadero origen y enterarse de que sus padres habían sido asesinados durante la conquista española, decide escapar del Colegio Imperial para unirse a los indios que aun combatían contra los conquistadores. Al tener tanto amor y devoción al Cristo de los Agonizantes huye llevándose la imagen, convirtiéndose mas tarde el líder de los rebeldes y El Santo Cristo de los Agonizantes en su protector.

Rostro de una de las representaciones de El Cristo de los Agonizantes.

Los españoles ya asentados en la Nueva España inician hacia la década de los treintas en el siglo XVI la expansión de los territorios conquistados con rumbo norte en donde se encontraban los asentamientos otomíes cuya principal población era Xilotepetl (la actual Jilotepec), mas al norte aun se encontraban las tribus mas belicosas de toda Mesoamérica, los Chichimecas.

Siendo los Otomíes enemigos ancestrales de los Aztecas, estando sometidos, al igual que los demás pueblos circundantes a la Gran Tenochtitlán, durante tanto tiempo, que guardaban cierto odio hacia ellos, cosa aprovechada por los españoles a su favor, creando un asentamiento que daría paso a la evangelización y conquista de la zona del Bajío. Es allí, en Xilotepetl donde Acualmeztli es herido en una batalla, muriendo al poco tiempo.

El códice Huichapan–Xilotepec, tomada de la Revista Arqueología Mexicana.

Es en este momento que un segundo personaje, vital en la historia de El Cristo de los Agonizantes, otro indígena más, que formó parte de la lucha de Acualmeztli, Juan Cardona. Es en este momento que se inicia la leyenda ya que se dice que “Una noche este indígena tuvo un sueño en el que el Cristo le mandaba que lo sacara de Jilotepec, que lo llevara con rumbo al sur, tierra adentro, hasta un lugar en donde, habiendo ahí pasado la noche, se encontraran al amanecer con la cruz enterrada en el suelo”.

Jilotepec tiene una importancia muy grande para entender mejor la llegada del cristianismo a la zona centro de México. Siendo los Jilotepecanos aliados de los españoles, estos crean cacicazgos, quedando en manos de personajes de la altura de Diego de Tapia, mejor conocido como Indio Conín, el fundador de Santiago de Querétaro. Nicolás de San Luis, Francisco de Urdiñola, que entre otras funda San Miguel el Grande, San Felipe y San Luis de la Paz en el actual estado de Guanajuato. Juan de Santamaría y Nicolás Montaño ó Montañéz fueron también caciques originarios de Jilotepec que fundan poblaciones en los actuales estados de Querétaro y San Luis Potosí.

Nicolás de San Luis uno de los caciques de Jilotepec, fundador de Acámbaro y Apaseo, entre otras ciudades del Bajío.

Hay un par de datos curiosos en torno a los acontecimientos sucedidos en Jilotepec, uno de ellos fue la llegada de uno de los Encomenderos, que estaba casado con la sobrina del Virrey de Mendoza, el cual poco tiempo después hizo de su propiedad lo que se le había otorgado, no cabe duda de que las relaciones familiares han tenido sus “premios” desde los tiempos coloniales.

Para entender mejor lo que era una encomienda citaremos a Wikipedia: “Antiguamente, se llamaba Encomendero al que por merced real tenía indígenas encomendados, como parte de la institución colonial de la encomienda. El encomendero tenía la obligación de enseñarles la doctrina cristiana y defender sus personas y bienes, pero sobre todo se beneficiaba de rentas cuantiosas y del trabajo semi-esclavo que por concepto de "servicios personales" debían tributarle sus encomendados. En las colonias españolas el ser encomendero era considerado un premio y privilegio, por el que se solicitaba y rogaba insistentemente a la autoridad.”

Otro detalle se dio durante la visita del Virrey Antonio Mendoza a la localidad ya que en su honor se organizó una montería, fue tal el éxito que el virrey decidió organizar otra de iguales dimensiones pasados dos años. Recordemos que las monterías tuvieron un gran arraigo en las cortes europeas poco después del Renacimiento, eran aquellas en las que la jauría de perros acompañaba a los caballeros que iban en pos de una zorra.

El primer Virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza, durante su mandato fue quien autorizó las incursiones de españoles en la parte actualmente conocida como Bajío.

jueves, 5 de marzo de 2009

Colegio Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco

Colegio Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco y Convento de San Francisco, fue el primer lugar en donde se enseñó el latín, entre otras cosas, a los antiguos mexicanos.

Cuenta la leyenda que el Cristo Negro que actualmente conocemos con el nombre de El Señor del Hospital era originalmente un Cristo blanco que se encontraba en la capilla el Colegio Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco. Se llamaba "El Santo Cristo de los Agonizantes" y representaba a Jesús en el instante de su agonía. Antes de seguir con esto, debemos conocer cual era la importancia de Tlatelolco, su nombre viene de la voz náhuatl “tlatelli” que significa terraza, hay que recordar que Tenochtitlán estaba construida sobre el lago, encima de chinampas, y en la zona de Tlatelolco era ya tierra firme, se encontraba hacia el norte y, desde un principio, se dice que rivalizó con el poderío de la capital del Imperio.

Algunos pobladores, no satisfechos con la distribución de zonas que se dieron, una vez trazada en cuatro “calpullis” o barrios, prefirieron emigrar un poco al norte y fundar allí la ciudad que se volvería la zona comercial mas importante del Imperio Azteca, esto sucedió en el siglo X, al florecer en ella el “tianguis” o marcado mas grande de todo el continente americano, Tlatelolco llega a tener una importancia primordial. Una vez que tomó fuerza, ya en el siglo XV, Tlatelolco fue gobernada por Cuauhtémoc, mismo que una vez muerto Moctezuma llegó a gobernar además la gran Tenochtitlán.

Templo de Santiago Tlatelolco. Señor Santiago fue el Santo mas importante, junto a San José durante los primeros años de la evangelización en México.

Cuando los conquistadores entraron en esta zona, quedaron sorprendidos de ver la organización, limpieza, coordinación y variedad de productos que en el tianguis se comerciaban, en la Segunda Carta de Relación que Hernán Cortés envía a Carlos V, nunca termina de describir la enorme sorpresa que le lleva al pasear por el tianguis, asimismo, Bernal Díaz del Castillo hace una detallada descripción, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de lo que allí vio. Y fue el 13 de Agosto de 1521 que cae vencida, luego de Tenochtitlán, Tlatelolco, la conquista se había consumado.

Para 1536, precisamente el 6 de enero, día de la Epifanía es que se funda, por los padres franciscanos, encabezados por Fray Pedro de Gante, lo que vendrá a ser la primera escuela del Nuevo Mundo, el lugar en donde se impartirá por primera vez el conocimiento académico a los indígenas, el latín, entre otras cosas, y esto se considera como el inicio del Colegio Imperial de Tlatelolco ó Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco.

Maqueta del Tianguis de Tlatelolco que se exhibe en el Museo Nacional de Antropología e Hisoria de la Ciudad de México.

Y es aquí que comienza la historia del fraile más famoso, el que recogió la cultura de los indígenas conquistados por los españoles, Fray Bernardino de Sahagún. Nacido en España entre el año 1499 y el 1500, viajó a México en 1529. Se dedicó entre otras cosas a enseñar latín en el Colegio de la Santa Cruz en Tlatelolco a los jóvenes descendientes de la nobleza Azteca. Esto le permitió un intercambio cultural que sería el germen de su compendio histórico de la vida precolombina. Su obra fundamental es “Historia General de las Cosas de la Nueva España”, donde recogió todo lo que sus informantes recordaban por tradición oral sobre la historia y la vida de los integrantes de la cultura de los antiguos Mexicanos. Nunca regresó a España y murió en Ciudad de México en el año 1590. Según la tradición fue el quién trajo el culto al Cristo de los Agonizantes.

Retrato de Fray Bernardino de Sahagún (1500 – 1590).

Pablo Escalante Gonzalbo, Historiador, Profesor e investigador en la UNAM nos dice, en la Revista Arqueología Mexicana, respecto a Fray Bernardino lo siguiente: “Esta tarea, audaz y compleja, de traducir la tradición cristiana a los términos de la cultura indígena y viceversa, reposaba sobre la práctica de un intenso diálogo entre frailes e indios, y presuponía la experiencia de los indios en la lectura y el análisis de los textos latinos en los que se guardaba la tradición clásica y cristiana. Ese diálogo y ese aprendizaje pueden haber ocurrido, en muy pequeña escala, en algunos conventos y en el curso de alguna relación amistosa, personal, entre frailes e indios, pero el único lugar en el que ocurrieron de manera sistemática y prolongada, con un programa y una biblioteca, con maestros formales y textos de estudio, fue en el imperial Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, una institución que fue crucial en la tarea de hacer traducibles ambos mundos. Allí se construyeron las grandes analogías sobre las cuales reposaba el proyecto misional de una liturgia sincrética, uno de los pilares de la utopía de los frailes en la Nueva España”

Dentro del libro original de la Historia General de las Cosas de la Nueva España así se retrata una escena dentro del Colegio Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco.

Interesante y completa historia de Tlatelolco en este sitio:
http://www.mexicomaxico.org/Tenoch/Tenoch3.htm

Cristo de los Agonizantes de Almería, España.

Cartel publicitario de la Semana Santa 2009 en Almería, tomado del blog “El orden del día”.

ALMERÍA
Luto y penitencia por un Cristo agonizante
La Hermandad del Perdón realizó un año más el milagro de enmudecer a una ciudad al paso de su cortejo por las calles de Almería

JOSÉ LEYVA //FOTOS: JOSÉ JUAN MULLOR / ALMERÍA
Ideal Comunicación Digital, SL ®

Con la noche cerrada y con miles de almerienses alrededor de la Iglesia de San Ildefonso, la hermandad Juvenil del Santo Cristo del Perdón volvía a repetir la estampa inigualable de poner en la calle una procesión sobrecogedora. Es lo que pasa cuando se tiene muy claro el sentido que se le quiere dar a una estación de penitencia y cuando se establece que el luto y la penitencia son la verdadera razón y significado de las procesiones. Almería no falló y volvió a arropar en masa a los penitentes del Perdón para transmitirles su aliento y su apoyo como cada Martes Santo. También es cierto que esta hermandad es admirada por su puesta en escena y que hay quienes gustan de ver al simplemente por su radical diferencia con el resto de procesiones de nuestra ciudad. No importa si este es el motivo que arrastre a una persona a ver el desfile porque pensará así la primera vez que lo vea. A la segunda ya verá que el desfile del Perdón es todo fe y penitencia.

El Cristo del Perdón de Almería se celebra, al igual que El Señor del Hospital de Salamanca el Martes Santo.

A las diez de la noche se abría la puerta de San Ildefonso y un impresionante olor a incienso salía del interior del templo para envolver al público y trasladarlo a la fatídica noche en que Jesús moría en la cruz. Una sencilla cruz de guía de madera, los primeros penitentes y el sonido inconfundible de los tambores destemplados eran la antesala del momento que todo el mundo espera, volver a ver al Cristo del Perdón iluminado por cuatro pebeteros salir del templo y recorrer las calles de la ciudad a oscuras, silenciando las voces de todos cuando ven el desfile.

Golpes de vara en el suelo y las andas del cristo, portadas por veinticuatro hermanos, que superan la puerta del templo y, ponen al Señor del Perdón en medio de la Calle de Las Mercedes bajo la emocionada mirada de todos y cada uno de los almerienses que se agolpan en los alrededores del templo. Entonces, como todos los años, sonó el toque de Silencio, recordando a Almería el carácter penitencial de esta hermandad y de su desfile procesional.

Cartel publicitario de la Semana Santa en Almería 2008, tomado del sitio “Almería Cofrade”

Con el silencio roto solamente por el inconfundible sonido de los tambores destemplados y de la campana que no deja de sonar en todo el recorrido, la hermandad del Perdón bajó por la calle Acosta para llegar a Silencio, el lugar en el que se vuelven a agolpar miles de almerienses para ver pasar al Cristo del Perdón rozando los balcones bajo una lluvia de pétalos.

La ciudad permaneció a oscuras durante todo el recorrido, salvo en Obispo Orberá, donde el cortejo detuvo las andas del Cristo ante las puertas de la Compañía de María para volver a tocar Silencio rendir homenaje de cariño a las monjas que, durante tantos años, fueron guardianas de la impresionante imagen que Francisco Palma Burgos tallara en Úbeda en el año ochenta y cuatro. Impresionante estampa la de ver la rambla del Obispo Orberá atestada de gente, de almerienses que acompañaron a esta hermandad durante todo su recorrido.

Paseo del Cofrade, fotografía de Fran Leonardo del Periódico Almería Actualidad.

A medianoche, en el tránsito entre el Martes y el Miércoles Santo, la hermandad juvenil del Santo Cristo del Perdón hacía su entrada en carrera Oficial ante el respeto de unas gradas que, como ocurriera desde el Domingo de Ramos, aparecían abarrotadas de público.

El perdón volvió a poner de manifiesto que otra forma de hacer penitencia es posible. Que Semana Santa tiene hueco para la religiosidad como la entienden los andaluces, con su toque de alegría, pero que también tiene cabida para la manifestación más profunda de penitencia y duelo como la que, cada año, pone el Perdón en la calle en noche de Martes Santo.

Mapa de ubicación de Almería en la región de Andalucía, España.

La nota periodística fue tomada del sitio en Internet de Ideal Comunicaciones Integral, S.L. A quién agradecemos enormemente la atención.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Las esculturas de pasta de caña de maíz

Cristos de pasta de caña de maíz, siguen siendo una tradición de Guadalajara, Jalisco.

Las esculturas en caña de maíz constituyen un patrimonio precioso y original de México, ya que reflejan el proceso de evangelización de la Nueva España y el mestizaje artístico, religioso y tecnológico que tuvo lugar en la época colonial entre europeos e indígenas.

Según los cronistas, los indígenas desarrollaron la técnica original de las figuras de pasta de maíz en Michoacán. Hubo también manufacturas en Xochimilco y otros lugares del centro del país, desde donde se distribuían al resto de México, llegando a España y, posiblemente, a otros lugares de América. Se hicieron durante toda la época virreinal, en los siglos XVI, XVII y XVIII. Hubo escultores de renombre entre los que destacan los diversos miembros de la familia De la Cerda. Se destinaban al culto, generalmente en iglesias, conventos, capillas y otros recintos religiosos donde todavía continúan en uso. Hoy también forman parte de colecciones particulares y de museos.

Cristo de Sangre en Torrijos, Toledo, España.

En particular, Pátzcuaro es el corazón de la zona lacustre, uno de los puntos que más identifican al estado de Michoacán, ya que fue el principal centro religioso prehispánico, pues decían sus antiguos habitantes que ahí estaba la puerta del cielo por donde descendían y subían los dioses. En el año de 1540, Don Vasco de Quiroga trasladó de Tzintzuntzan a Pátzcuaro el Obispado de Michoacán, otorgándole a la ciudad la categoría de capital de Michoacán.

Fue ahí que se produjeron infinidad de imágenes de pasta de caña de maíz, tanto para las iglesias como para las procesiones que se realizaban en las calles durante los días de la Semana Santa. Cuentan los cronistas que eran tan abundante la producción que se exportaban a España, dicho comercio dio fama a los talleres de Pátzcuaro debido a la perfección y belleza de las esculturas, las cuales eran a escala humana. Se comenta que “Tata” Vasco al regreso de su segundo viaje a España trajo a dos escultores que tenían altos conocimientos en este tipo de arte, lo hizo con el fin de fundar una escuela para aprovechar los conocimientos tarascos en la técnica y arte de la escultura sobre madera.

Otro Cristo de pasta de caña de maíz lo encontramos en el Señor del Perdón en Zapotiltic, Jalisco.

El historiador del siglo XVIII, Matías de la Mota Padilla, oriundo de Guadalajara, Jal., dice que: “Luis de la Cerda fue el mas famoso escultor que a este reino llegó de Europa, fue el primer maestro de donde se ha derivado de padres a hijos, el que es hoy un oficio común entre los indios de la Sierra de Michoacán”.

Un distinguido jalisciense, nacido en el siglo XX en Tuxpan, Monseñor Luis Enrique Orozco Contreras cuenta como era la elaboración de la pasta de caña de maíz de la siguiente forma: “La pasta con que se elaboraban los ídolos se preparaba cortando las cañas de maíz ya secas, se hervían en agua con hierbas venenosas para matar las polillas, vueltas a secar al sol, les despendían la corteza y extraían solo la médula, la cual molían cuidadosamente antes de reducirla a polvo; estando bien martajada la caña, la mezclaban con la goma de una begonia de orquídea llamada en tarasco Tatzigui. Enseguida se ponían a cocer los bulbos de esta planta en agua; en este proceso, se desprendía la goma que era elemento aprovechable. De esa mezcla resultaba una pasta manejable, ligerísima y de gran duración”.

Estupenda foto de la Hermandad de la Pasión en Córdoba, España nos muestra al Cristo de Gracia que fue hecho en Puebla y llevado para su veneración en este lugar de Andalucía

Este es un interesantísimo sitio que nos muestra como son las tradiciones andaluzas en torno a la Semana Santa y otras festividades.
http://www.cristodegracia.es/

Antecedentes


Son ya 450 años los que se cumplen de la llegada del Cristo Negro del Señor del Hospital a Salamanca, pero su historia comienza desde antes. Aquí trataremos de adentrarnos un poco mas allá, a los antecedentes que generarán con el tiempo, la llegada de la imagen y la difusión de su culto en la zona del Bajío

Es en 1521 que los españoles someten al imperio azteca, los templos y sus imágenes son destruidas, la imposición de la religión católica se da y una a una van surgiendo las figuras que irán dando forma a la fe del nuevo pueblo mexicano, con un buen dejo de tradición medieval se van entretejiendo milagros y fantasías, pero desde un principio es la fe inquebrantable de esos primeros mexicanos va surgiendo.


Sala Deprofundis en el Ex - Convento Franciscano de Huejotzingo, Pue., en donde se ven los doce primeros frailes que llegaron a la Nueva España.

Con la venia del Emperador son doce los franciscanos que llegan a iniciar la evangelización de la Nueva España, los llamados doce apóstoles son conducidos por fray Martín de Valencia, y éstos fueron: Francisco de Soto, Martín de Jesús (o de la Coruña), Juan Suárez, Antonio de Ciudad Rodrigo, Toribio de Benavente (Motolinía), García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Jiménez, y los frailes legos Andrés de Córdoba y Juan de Palos. Llegan a Veracruz en Mayo de 1524 para iniciar su labor.

Cuenta Bernal Díaz del Castillo (cap.171) que, en cuanto supo Cortés que los franciscanos estaban en el puerto de Veracruz, mandó que por donde viniesen barrieran los caminos, y los fueran recibiendo con campanas, cruces, velas encendidas y mucho acatamiento, de rodillas y besándoles las manos y los hábitos. Los frailes, sin querer recibir mucho regalo, se pusieron en marcha hacia México a pie y descalzos, a su estilo propio. Descansaron en Tlaxcala, donde se maravillaron de ver en el mercado tanta gente, y, desconociendo la lengua, por señas indicaban el cielo, dándoles a entender que ellos venían a mostrar el camino que a él conduce

Es precisamente Fray Antonio de Ciudad Rodrigo a quién se le asigna la región norte de la Ciudad de México, lugar de asentamientos otomí, iniciando su labor en Jilotepec, en el actual Estado de México, punto de partida del “camino real” que unía los centros mineros ya descubiertos en el norte, Guanajuato y Zacatecas, mas adelante se trazaría mas al norte hasta llegar la población mas septentrional de la Nueva España, Santa Fe en el actual estado de Nuevo México.

El camino real conectaba la Ciudad de México con todas las poblaciones mineras del norte de la Nueva España.

Ya cerca de México, como vimos, Hernán Cortes salió a recibirles con la mayor solemnidad. Y los indios se admiraban sobremanera al ver a los españoles más grandes y poderosos besando de rodillas los hábitos y honrando con tanta reverencia a aquellos otros tan pequeños y miserables, que venían, como dice Bernal Díaz del Castillo, «descalzos y flacos, y los hábitos rotos, y no llevaron caballos sino a pie, y muy amarillos». Y añade que desde entonces «tomaron ejemplo todos los indios, que cuando ahora vienen religiosos les hacen aquellos recibimientos y acatos» (cap.171). Esta entrada de los Doce en México, el 17 de junio de 1524, fue una fecha tan memorable para los indios que, según cuenta Motolinía, a ella se refieren diciendo «el año que vino nuestro Señor; el año que vino la fe» (Historia verdadera de la conquista de la Nueva España III,1, 287).

Es hacia 1527 que una segunda venda de Franciscanos incluye a fray Juan de San Miguel, quien auxilia a los tarascos luego del devastador paso de Nuño Beltrán de Guzmán quien meses antes había atacado la zona del actual Michoacán. Luego de aprender la lengua tarasca, fundar los pueblos de Tancítaro y Uruapan, entre otros, instalando escuelas de primeras letras y de música, enseñando artes a los indígenas, defendiéndolos de la opresión ejercida por los conquistadores. Fueron veinte hospitales los que fundó, la peste azotaba la región y diezmaban la población.


Monumento a Don Vasco de Quiroga en Pátzcuaro, Michoacán.

Aquella labor la siguió Don Vasco de Quiroga, extendiéndola generosamente al asentarse en Pátzcuaro, lugar de concentración e importancia para la cultura tarasca, proyectándola hacia una nueva etapa de desarrollo. Funda tres de los hospitales mas importantes de la Nueva España, el llamado Santa Fe de la Laguna, es el que se ubica en Pátzcuaro, su labor continúa por toda la zona asignada, la cual incluyó el actual estado de Guanajuato en donde otros varios hospitales son por él creados, entre ellos los de Salamanca y Acámbaro.